– ¿De qué planeta sos?
– ¿Cómo de qué planeta soy?
– Y sí, si nunca te hiciste este control venís de otro planeta.
Que haya decidido hacerme ese estudio por primera vez en mi vida fue un hecho que sorprendió a mucha gente. Mi madre me dijo “Por fin, hija. Sabía que tarde o temprano saldrías de la adolescencia”. Quique me dijo: “Qué raro una torta atendiendo esos detalles, muy raro”; y el médico me dijo directamente que venía de otro planeta.
Es cierto que como farmacéutica sé perfectamente con qué frecuencia y cuáles son los controles médicos que hay que hacerse. Y también es cierto que como mujer me da bastante vergüenza tener que abrirme de piernas delante de un desconocido para que me mire con un microscopio especial el interior de la vagina.
– Te acostaste con medio Palermo y ¿Te da vergüenza mostrarle la concha a un médico?
– Qué imbécil sos Quique. ¿A vos te parece que es lo mismo?
Claro que no es lo mismo. Abrirse de piernas delante de un tipo o de una mina desnuda para tener sexo ocasional, y abrirse de piernas delante de un tipo vestido con guardapolvo Saber y guantes descartables Dexal para que te inspeccione el útero tiene la misma relación que el culo con la municipalidad: Ninguna.
Llegué puntual como a todas mis citas. Había elegido un doctor en vez de una doctora porque cuando imaginé a una ginecóloga revisándome el interior uterino me atravesó la imagen siniestra y lacerante de unas manos con uñas muy largas esmaltadas en fucsia. Y había elegido al Dr. Tedone porque quedaba a la vuelta de casa. ¿Para qué mentir? Sólo tenía que llegar del laboratorio, cambiar los tacos de oficinista Paruolo por borcegos Cat y dar la vuelta a la manzana para abrirme de piernas en la camilla y acabar con todo. Hacía dos días que no conciliaba el sueño por este bendito estudio y quería que todo pasara de una vez y para siempre, o al menos hasta el próximo año.
Quique tiene razón, pensé en el camino. A las chicas como yo, no nos gusta prestar atención a estos detalles. Y las chicas como yo, que además de gays son farmacéuticas, sólo vamos al médico cuando algo funciona mal y no logramos dilucidar qué fármaco le cabe al síntoma. Es decir, si nos duele algo inmediatamente pensamos en las drogas que podrían servir y las probamos (la empiria es lo más importante); si aún así la molestia persiste, buscamos en Internet enfermedades terminales y raras. Y si todavía no podemos diagnosticarnos ni medicarnos correctamente, revisamos la cartilla de la prepaga para ver si hay algún médico en un radio no mayor a las diez cuadras.
Sacar turno con un ginecólogo por el mero hecho de hacerme un control, prevenir una enfermedad o simplemente chequear que todo estuviera bien, era raro. No voy a negarlo. Sin embargo, de todas las cosas que no sé en esta vida, hay algo que tengo bien en claro y es que: Yo no quiero tener cáncer de útero. Me niego a morir de algo tan popular como el Cáncer.
– Si no te da cáncer de útero, te va a dar algún otro. Consumimos demasiados conservantes, Corpo. Todos nos vamos a morir de cáncer.
– Yo no querido. Si me entero de que lo tengo me tiro del balcón.
– Pero vivís en un primer piso boba; cuanto mucho te quedás hemipléjica. Un horror.
Así que fui. El edificio era una torre común y corriente: Hall de entrada de piso cerámico lustrado, puerta de vidrio y madera, herraje de bronce, y un tablero de timbres sin cámara. El hecho de que no hubiese una placa indicando que allí existía un ginecólogo quería decir lisa y llanamente que el Dr. Tedone evade impuestos. Qué me importa, pensé primero y luego me dije ¡Qué hijo de puta! Toqué el timbre. – Hola, ¿Quién es? (voz femenina). – Hola, Malena Rufino, tengo turno con el Dr. Tedone. – ¿Te abren? – No, pero no te preocupes, espero a que alguien baje. Gracias.
Al segundo cigarrillo Viceroy del peluquero de al lado, una mamá embarazada resuelta y un papá asustado con un cochecito abrieron la puerta y pude subir. En el 4to piso una recepcionista pelirroja de piel frágil y blanca tirando a verde vena, que a presumir por su andar se trataba de la sobrina o hija del Dr. Tedone, me abrió la puerta. La colorada me invitó a pasar y elegí el sofá del medio para sentarme y agarrar una revista antigua Caras de la mesa ratona.
– ¿Primera vez con el doctor, Malena?
– Sí, mi primera vez en todo.
– ….
– O sea, sí primera vez que vengo, sí, sí.
Me pregunto por qué tengo esa maldita costumbre de contarle a cualquiera cualquier cosa. ¿Qué mierda le importaba a la sobrina de Tedone que nunca me había hecho un PAP ni una colpo? Y decir PAP y colpo era tan de todos los días, tan vox populi que la colo ni siquiera lo hubiera relacionado con eso. Qué estúpida me estoy poniendo con los años, por favor. Porque decir PAP y colpo es como decir pizza y fainá. Todos lo nombran. Está tan de moda en esta última década que cuando Quique me preguntó si sabía exactamente de qué iba el estudio, me quedé callada, después lo insulté y terminé buscando en Internet qué cuernos era.
El Papanicolaou o PAP es un estudio en el que se toma una muestra de la secreción celular del cuello uterino. Eso se extiende en un portaobjeto de vidrio y se manda a un cito-patólogo que observa en un microscopio la forma y la cantidad de células que salieron de esa muestra. La colposcopía, en cambio, es un estudio clínico en el que se observa el cuello del útero con una lupa (colposcopio) y entonces se puede saber si existen llaguitas, o manchas, y definir si se necesita o no una biopsia para seguir investigando. Lo mejor que me podía pasar era que luego de preguntar “¿Todo bien Doctor?” Tedone me dijera “Todo bien, Señorita. Nos vemos el año que viene”. Y lo peor que me podía pasar era que frente a esa misma pregunta, Tedone me respondiera “Vamos a esperar los resultados, ¿Si?”
Cuando iba por “ocupaciones y negocios” del horóscopo según Ludovica en Caras, la sala comenzó a plagarse de mujeres embarazadas. Tiré la revista a la mesa impulsivamente, y me pregunté ¿Qué onda? ¿Estoy en un obstetra? Me acerqué hasta donde estaba la pelirroja y le aclaré que yo no estaba embarazada. Me miró, sonrió y no me contestó; entonces insistí: – Yo no estoy embarazada, no podría estarlo. Te lo digo porque veo mucha pancita de mamá, y lo mío es para hacer un pap y una colpo, nada más. Sonrió de nuevo y me dijo que no me preocupara que el Dr. Tedone hacía pap y colpo; pero no me quedó claro si estaba o no en la sala de espera de un obstetra. En fin, para el caso lo mismo daba. Lo único que quería era que me dijera que no tenía cáncer de útero y volver a casa a estudiar. Tenía un examen en el posgrado y no tenía tiempo que perder.
– Malena Rufini,
– Rufino. Acá estoy.
– Adelante Malena.
El Dr. Tedone es de esos doctores a los que les encanta que le digan Doctor. Me pareció un exceso tratarlo de Usted aunque sé que le hubiese gustado. Tenía un guardapolvo blanquísimo Saber bien planchado por encima de una camisa Lacoste, a juzgar por el cuello perfecto y estático que sostenía la corbata (sin dudas una clásica Rivera). El pantalón de vestir raya-impoluta trazada en el centro, los zapatos acharolados Toscana junto con un diploma de especialidad en uro-ginecología percutido de ocho años atrás, lo terminaban de definir. El Dr. Tedone, a quien le encanta que le digan doctor, fue un médico de moda en los ochenta. Por allá cuando el charol y el hacer especialidades en Córdoba eran un boom. Cuando esterilizar el espéculo (un maléfico instrumento creado por Satán para abrir bien el campo de trabajo) era una novedad, y cuando adaptar un departamento para poner un consultorio médico resultaba un símbolo de contención.
Pero al Dr. Tedone los años lo pasaron por encima. Y esos años gloriosos ya no volvieron, se notaba en cada detalle del consultorio. Seguramente, con el correr del tiempo las especializaciones en uro-ginecología se empezaron a hacer en el exterior, y sólo los residentes las hacían en Córdoba. El charol fue sustituido por la gamuza, luego por el cuero, relegándose el primero únicamente a los casamientos. ¿Y la esterilización? ¿Y la estufa de 115 grados Celsius? Este diferencial, sólo para VIP, se convirtió en un requisito legal para atender a los pacientes. No fue un cambio de golpe. Fue gradual y doloroso. El empapelado de rosas rococó no se cayó de un día para el otro. Se fue descascarando lentamente, mientras los diplomas se torcían de viejos y se teñían de amarillo lepra.
Y allí estábamos, el Dr. Tedone y yo. Él de la raza que más detesto de todas las razas, y yo de la raza que menos entiendo de todas las razas. Hablando de los congresos en Córdoba, de los cambios acelerados en la industria farmacéutica, y de la importancia de la especialización y la ac-tua-li-za-ción. Y cuando tuvimos que pasar a lo importante, cuando dejé de simular que me entretenía el Dr. Tedone, cuando dejé de hacerme la farmacéutica fanática, me dijo lo que todo médico dice en cierto momento, sobre todo si sos de Osde 410.
– Malena, vamos a lo importante. ¿Me das tu carnet?
– Un segundo… Sírvase, Dr.
– Gracias. A ver lo pasamos por el posnet. Ahí está. Ahora sí. Pasá por acá, en esta salita te vas a cambiar, ¿Si? Liberame todo de la cintura para abajo y después pasás al cuarto de al lado y te acostás en la camillita.
Es fácil imaginar lo que debe haber en un box de ginecología. Al menos yo sabía casi con certeza que me encontraría con una silla, un espejo, un gancho para colgar mis cosas, alcohol en gel, zaleas descartables, y una bata para cubrirte y no salir tan expuesta hasta la camillita, que quedaba en la habitación contigua.
Efectivamente, en el box había una silla Colombraro blanca, un espejo de pared genérico, un gancho sin ningún diseño estrafalario para dejar mis cosas, alcohol en gel con Aloe Vera Farmacity, y pañuelitos descartables Elite en vez de zaleas, lo cual era bastante perdonable considerando que el Dr. Tedone fue furor cuando las zaleas aún eran un pedazo de tela poroso que sólo se veía en las salas de obstetricia de los Estados Unidos. Lo que definitivamente fue imperdonable, inadmisible, inaudito fue tener que salir en culo hasta la habitación en donde estaba la camillita porque en el box no había batas. Ni de tela, ni descartables. No había batas.
– Doctor, no hay batas.
– Uy. Qué pena. ¿Querés que te pase una toalla?
– …..
– No te preocupes que por acá no pasa nadie, eh.
Menos mal, me dije para adentro y salí corriendo hasta la camillita. El Dr. entró detrás de mí y me pidió que pusiera los pies en una suerte de estribos que había a cada lado. Patita pa quí, patita pa llá.
Tranquila Malenita, corazón esto pasa rápido Malena qué valiente que sos muy valiente sos Dios meterme acá sola como un perro como siempre sola con todo me crié sola me voy a morir sola es mi destino y no tener cáncer y el doctor con esa cara de nada y vos sola, todo bien Malena eh me va a decir todo normal no hay cáncer acá no se ve cáncer de útero no te voy a sacar los ovarios y no te veo más la cara Tedone con esa camisa cualunque Tedone por favor ¿Qué perfume usás? ¿Old Space Tedone? viejo como la pasión no la veo más a la colorada ni a las embarazadas esas con estrías en la panza qué terrible las estrías no se puede creer una vez que te salen cagaste todo el culo lleno de estrías tengo y me hacés salir en culo porque de eso no se escapa una mujer y las embarazadas tienen estrías sí o sí pobres ahí sentadas en la sala de espera con ese empapelado caqui que elegiste Tedone por favor qué pedorro grasa que sos Tedone no ponés batas en el box ¿Tan caras son las batas Tedone? ¿No te dan batas los visitadores médicos? ¿O las usás para jugar al astronauta con tu empleada doméstica Tedone? A la empleada doméstica siempre se la curten los médicos y jugás con el espéculo ¿No Tedone? y después ¿Lo esterilizas al espéculo Tedone? Eso sí lo hacés Tedone ¿No? Y sí muy bien así me gusta que lo esterilices Tedone lo esterilizás no puede tener bacterias virus exudados nada puede tener Tedone porque a los médicos la Autoridad Sanitaria los obliga a esterilizar los obliga a todos porque si yo me agarro cualquier cosa acá en este departamento de cuarta hepatitis herpes un virus cualquiera lo llamo a mi viejo Tedone mi papá es abogado ¿Sabés Tedone que mi papá es abogado? Un prestigioso abogado y ¿Sabés el juicio que te mete Tedone? Te deja culo para arriba aunque tengas el seguro de mala praxis al día igual te hace un buraco que ni Zaffaroni te salva Tedone chanta un juicio de esos que salen en la tele te hace y después en Twitter meto “El Dr. Tedone no esteriliza los espéculos, es un chanta y no tiene batas”, en Facebook “Si estás por ir al ginecólogo y sos de Osde, no vayas a lo de Tedone. Lo peor en uro-ginecología” todo eso Tedone y lo llamo a Lanata y te hago una cámara oculta y te escracho a vos y a la puta colorada de tu sobrina ¿O es tu hija Tedone? ¿No se podía buscar trabajo por su cuenta tu hija la puta acomodada? Bien escrachado con la cámara voy hasta el box y le muestro a todos lo que tenés en ese box de mierda y después Tedone te arruino te aniquilo ¿Sabés que hago? Ja. ¿No sabés? Llamo a la AFIP a la AFIP Tedone de la AFIP no zafás hijo de puta Tedone no querés invertir en empapelado ¿No? y tampoco en una bata de mierda Tedone tacaño lacra miserable en culo salí del box en culo me subí a la camillita del orto esta con olor a flujo viejo y hace frío Tedone chupa pito, evasor de impuestos con tu sobrina la colorada cara de puta y estudiosa a ver qué dice la AFIP cuando vea que no facturás evadís Tedone evadís y sos un garca Tedone cagón no tenés huevos Tedone ¿No tenés huevos Tedone? ¿Te gusta que las mujeres salgamos en culo de tu box Tedone? ¿Te gusta que te digan Doctor Tedone? ¿Te gusta tu delantal planchado rociado con apresto y tu pantalón con la raya al medio perfecto que te hace tu empleada que te chupa el pito mientras tu mujer obstetra ¿Es obstetra no Tedone? se va a los congresos a coger con el cardiólogo tu mejor amigo Tedone sos tan cornudo ¿Sabías que sos cornudo? Todos los médicos pedorros como vos son cornudos Tedone
– Malena, Malena, ¡Malena!
– Ay, ¿Qué? ¿Qué? ¿¡Qué?!
– ¿Te sentís bien?
– Sí, sí. Me colgué.
– ¿Estabas en Júpiter? Ya terminamos, podés bajarte.
– Pero ¿Qué hiciste con el espéculo?
– ¿Cómo qué hice con el espéculo? Ya te lo saqué.
– Pero ¿Revisaste todo lo que tenías que revisar, no?
– Ya terminamos, sí. Vestite y pasá al consultorio que charlamos un rato.
Me bajé de la camillita, crucé otra vez el pasillo en culo hasta el box y me vestí. En el consultorio me esperaba Tedone con un esquema gráfico de mi vagina al lado del posnet de Osde. Las explicaciones fueron ambiguas y un mareo vomitivo me impidió entender del todo los detalles del veredicto.
– ¿Y? ¿Cómo está la pochola Corpo Tort?
– Bien, pero tengo que esperar los resultados del patólogo.
– Ay, qué horror. Menos mal que soy hombre por Dior.
– Sí, menos mal. Esto no se lo deseo a nadie. Pero bueno, yo a los 50 con suerte voy a estar vacía: Sin útero ni ovarios. Vos a los 50 empezás con los controles prostáticos.
– Ni loco. Es una glándula erógena gay. Si me la tienen que sacar, me tiro del balcón.
– No tenés balcón, tarada. Vivís en un monoambiente apestoso sin balcón.
– Entonces me tiro del tuyo, torta forra.
Los resultados estuvieron en 10 días hábiles y no pude esperar para abrir el sobre. Al final de cuentas, no iba a volver a lo de Tedone. La cito-patóloga Dalurzo informó:
Células superficiales eosinófilas: 12%, normal.
Células superficiales basólfilas: 10%, normal.
Células intermedias: 78%, normal.
Células parabasales: 0%, normal.
Aspecto del extendido: Normal.
Células cancerosas: Ausente.